En el Principio
El Supremo hacedor se dirigió al hombre diciéndole:
No te he hecho ni celeste ni terreno, ni mortal ni inmortal, con el fin de que tú, como árbitro y artífice de ti mismo, te informases y plasmases en la obra que prefirieses.
Podrás degenerar en los seres inferiores que son las bestias, podrás regenerarte según tú ánimo en las realidades superiores que son divinas
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